martes, 14 de agosto de 2018

Alejandro y Beatriz. 30. junio. 2018 "Un par de horas antes..."

   La historia de la boda de Beatriz y Alejandro la vamos (las fotos y yo) a contar por partes. Y es que no se pueden resumir diez horas en una entrada y un puñaito de imágenes. Así que hoy comenzaremos con Alejandro preparándose en Tomares y con Beatriz en Triana.

   Unos días antes habíamos quedado para conocernos aunque ya teníamos algunas cosas en común. Me contaron cuándo se vieron por primera vez y cómo sintieron que se gustaban, hasta que 13 años después, en el 30 cumpleaños de Beatriz, Alejandro la sorprendió con un anillo. 


                         
                                                                                                                 16:00
                          
Toda la mañana lloviendo. Lloviendo a cántaros. Cielo gris y algo de frío. Nada que se le parezca a Sevilla un 30 de junio."Parece que escampa..." Pero no. Justo fue salir hacia su casa y dejar de llover, para que las nubes poco a poco se fueran dispersando hasta que tuvieron un precioso y estrellado anochecer.

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Dentro de la casa el ambiente era totalmente diferente. La puerta abierta y gente escaleras arriba, escaleras abajo. Vestidos largos y traje, chaleco y cobarta. El novio se está terminando de vestir. No encuentra el reloj. Entre todos se abrochan, se ajustan los cuellos y se anudan la cobarta. De hecho Alejandro es el encargado de hacerle el nudo a todos. 

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Más de diez personas, y un perro. La madrina es una de sus hermanas, está serena, guapa e ilusionada. SE ADORAN y lo demuestra. Los hombres llevan un prendido en la solapa, mini rosas color buganvilla, paniculata y una alianza con la fecha de la boda. Llegan todavía más personas. ¿¿¿Veis cómo sonríen todos??? 

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                                                                                                      17:15

En Triana ha vuelto a nublarse, la casa está oscura y en silencio. Si no fuera por el arco de flores que hay en la puerta, cualquiera diría que dentro de una hora se casa una novia cruzando la calle... Subo y veo sus caras para entenderlo todo: son nervios. Tener el estómago encogido es lo que tiene, que no te deja hablar ni moverte. Queda poco tiempo y los ojos ya están brillando. 

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En una habitación: maquillaje. En la otra: peluquería. Y frente al balcón la Capilla de los Marineros. La calle está todavía tranquila. Las niñas también tranquilas, se están vistiendo. Son como haditas y llevan con los vestidos que ha cosido la madre de la novia. 
Y Beatriz contiene la respiración mientras le maquillan la línea del ojo.

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La calle se empieza a llenar y hay más movimiento por la casa. Suben las amigas. Y a la novia todavía tienen que colocarle la pulsera de la familia que han adaptado como tiara para que pueda vestirse. Tiene que quedar perfecta. 
Llega más familia, y la emoción ya sí que no se puede contener.

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Peinado, maquillaje, tiara, zapatos... Falta EL VESTIDO. Beatriz quería que estuvieran allí con ella, compartiendo ese momentazo en el que tu madre te cierra la cremallera que ha cosido con sus propias manos. Comprueba que todo está tal y como debe estar, y ya no tienen que imaginar más cómo sería ese momento, porque lo están viviendo. Luego no faltan manos para terminar de vestir a la novia, que sonríe más que nunca. Faltan pocos minutos para las seis y media de la tarde, ha llegado la hora. 

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CONTINUARÁ...



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