jueves, 27 de octubre de 2016

El Nacimiento de Noa (Parte III)

¡Hola a todos! Ya tengo lista la tercera parte de esta historia maravillosa. Tercera y última, este gran proyecto culmina con esta entrada y con la entrega de todo el material a los padres de Noa. Afortunadamente, nos quedan los recuerdos y las fotos que 
miro una y otra vez. Siempre será el primer bebé al que fotografié llegando a este mundo... ¿Habrá más?

Si no habéis visto las otras entradas aquí las tenéis: 
Parte I y Parte II.

 Noa ya estaba con nosotros, tras dos o tres segundos empezó a llorar, tímidamente primero, más fuerte después.  Todavía faltaba una sorpresa más, tras 9 meses guardando el secreto alguien preguntó: ¿Qué es, niño o niña? ¿Noah o Noa? 
Decidieron no saber el sexo del bebé hasta que naciera.
 Carmen quería comprobarlo ella misma... ¡Es una niña!


Ya todo había pasado y podían sentirse muy orgullosos. Un parto totalmente natural, con sus momentos de concentración, sus momentos de dolor extremo,
 también de calma, sus momentos de risas... como la vida. 




E igual que la vida son estas fotografías, reales, por supuesto tan espontáneas como que evidentemente ni tienen el mejor encuadre, ni la mejor perspectiva, ni llevan juegos de enfoque, ni siquiera un "espera que haga la foto". Por eso mismo alguna me perdí. Casi no llevan edición, solo un procesado sencillo, no quise aportar nada más, tampoco necesitan nada más. El momento lo dice todo... Para mí lo importante era no molestar, saber estar e intentar pasar desapercibida. Es, además, lo que más me gusta de esto: poder fotografiar a personas en un momento importante 
y feliz para ellos sin que presten atención a la cámara. 




Tras dejar un tiempo a Noa en el pecho de su mamá, era el momento de cortar el cordón umbilical. El padre, con ayuda del matrón, fue el encargado de hacerlo, bajo la atenta mirada de la hermana mayor. No se separó de ella en ningún momento, estoy segura de que nunca lo hará ya.




Nuevamente el color en algunas de las fotografías me pareció fundamental respetarlo, y es que pocas veces podemos ser testigos de esta piel, de la piel de un verdadero recién nacido, intacta, que se ha ido formando durante 9 meses, que entra en contacto con su mamá, 
que huele, que nada tiene que ver con el recién nacido que será dentro de unas horas.




Solo faltaba la placenta y una vez fuera todo eran sonrisas, se respiraba felicidad y nos acercábamos al mediodía. Cuando se encontró con fuerzas, la mamá se levantó para irse a la habitación. Y ahí volví a envidiarla muchísimo, podía irse a su dormitorio, en su cama, donde seguro que pudo descansar con tranquilidad, junto a su niña pegadita, sus otros niños cerca (y con el pecho disponible también para el pequeño Leo), en su casa, sin visitas, sin compañeros de habitación, sin interrupciones cuando pudo conciliar el sueño, con su baño... ¡Una delicia!



He intentado alargar al máximo la edición de las fotos... ¡Y eso que es una necesidad para mí ponerme a ello cuanto antes y hasta que no termino no paro! Pero lo he disfrutado tanto... He recordado, he sentido a través de ellas, he llorado y sonreído sintiéndome afortunada de tener entre mis manos algo así (entre mis manos y en mis recuerdos, para siempre). 



Y Noa me regaló una última mirada ¿O quizás la primera? 
Aquí acaba la maravillosa historia de su nacimiento, no ha podido tener mejor primer capítulo
le queda tanto y tan bonito por escribir...




De vuelta a mi casa me sentía eufórica, con ganas de compartir una experiencia tan alucinante. 
Y aquí estamos, publicando la última parte ya.

Gracias, de nuevo, a todos por todas las palabras bonitas que he leído, por compartir el enlace al blog y por los Me Gusta en la página de Sonríe Buttercup! del Facebook (Podéis darle aquí)

Por supuesto, gracias, a quienes me han facilitado que yo pudiera estar disponible 24 horas al día durante 5 semanas. Renunciando a planes y, cómo no, aguantando mis nervios. 

Y todo mi agradecimiento, una vez más, a estas personas tan generosas de las que he aprendido mucho. Primero por confiar en mí, por abrirme las puertas de su casa, hacerme partícipe de su sueño en el que, además, me hicieron sentir súper cómoda. Y gracias por hacerlo público para que todos podamos emocionarnos una y otra vez.



domingo, 23 de octubre de 2016

El nacimiento de Noa (Parte II)

Gracias,
gracias de corazón por todas las opiniones bonitas sobre la
primera parte del nacimiento de Noa. Ahora toca seguir con su historia, pero siento una gran responsabilidad responsabilidad 
(si cabe), sabiendo que la va a leer tanta gente. Vamos allá:

*Os aconsejo primero releer la anterior entrada (AQUÍ) y continuar ahora.


Los que vivimos ese momento lo recordamos casi como un sueño
pero fue completamente real, además tenemos a Noa que llora, sonríe, come, demanda amor y lo devuelve multiplicado por mil para atestiguarlo. ¡Y por supuesto las fotos! Aunque todo esto pueda parecer un cuento, no lo es, pero sería una historia preciosa para leer antes de irse a dormir ¿verdad? Y como en toda historia el tiempo, para situarnos, es un elemento importante así que
 os cuento que el reloj marcaba las 10 y cuarto, aunque en realidad no sé si estaba bien en hora, pero ya estaba muy muy cerca el desenlace, que en realidad no es desenlace, 
que es el principio de otra historia todavía más bonita. 




 Rodeamos a Carmen, que no encontraba un lugar donde sentirse cómoda (si es que puede darse en ese momento una sensación así), cada uno en su sitio, expectantes, respirando con ella, tratando de empujar al mismo tiempo como si eso pudiese aliviar su sufrimiento. El matrón comprobaba que todo iba como tenía que ir y las doulas la ayudaban a mantener la calma, a concentrar toda su energía. Gracias a un espejo podía ver como, cada vez que empujaba, su cuerpo respondía y sentía cada vez más cerca el momento de poder abrazar a su bebé. Mecía su cuerpo con cada contracción, intentando aliviarse. Buscaba apoyo en su marido, que la sujetaba con todas sus fuerzas, tanto con su cuerpo como con su mente, esa conexión en la que no se habla, confianza en la grandiosidad del otro, incluso admiración... Amor con mayúscula en definitiva. ¡Todo! En esos minutos que pasan volando, porque Noa ya está lista para nacer. 




Casi 10 meses de embarazo, 42 semanas y 3 días es el tiempo que ha necesitado para prepararse. Y es ahora, en este justo momento, ni antes, ni después. Es ahora cuando, gracias a una mujer exhausta, poderosa y muy muy feliz, saca su cabecita a este mundo que tantas cosas bonitas le ha preparado. Empezando por ese primer aliento que toma acompañada por su familia, en su casa, junto a un sofá donde mucha gente la había visualizado naciendo, y allí tenía que ser. El inmenso dolor desaparece y deja lugar a la emoción más pura y más intensa. 
Noa no tendrá que preguntarle a sus padres por dónde nacen los niños, 
podrá verlo ella misma y espero que le encante cuando sea mayor, pero esas fotos
 obviamente tenemos que reservarlas solamente para ellos. 
Una vez más: el cuerpo humano es alucinante. El cuerpo de la mujer en este caso. Aunque parezca imposible no lo es: sale su cabecita, poco a poco, despacito, redonda, llena de pelo y perfecta. Preparada para crecer, para albergar millones de pensamientos, para sentir, para disfrutar, también para padecer, para atesorar recuerdos, lista para aprender cada día, 
de cada día.



Y sin darme cuenta, unos segundo después, su cuerpo ya estaba fuera, la piel parecía que ardía. Un cuerpo delicado, frágil, pidiendo un abrazo que no tardó ni un segundo en recibir de sus padres. Muchos sabemos lo que se siente, que no se puede describir porque te falta el aire y el corazón lo mismo se desboca que se detiene. Ya nada, nada, vuelve a ser como antes. 
Y, si quiero terminar de escribir esta entrada alguna vez, no puedo seguir recordando porque casi ni me salen las palabras ya. El mayor truco de magia de la historia jamás visto. En esa casa, gracias a Noa, nos llenamos todos un poquito más de vidaEntonces no sabes si reír o llorar, 
y haces todo al mismo tiempo.




Esto se está terminando y no quiero, así que me guardo su carita preciosa y esos ojitos abiertos mirándolo todo para la tercera parte, que no tardará.










viernes, 21 de octubre de 2016

El nacimiento de Noa (Parte I)

¡Muy buenas!
Hoy no sé por dónde empezar, me va a llevar mi tiempo poder escribir estas tres entradas que tengo previstas... Lo he dividido porque es tan tan maravilloso y tan tan importante que no quiero dejarme un detalle fuera. Por fin, tras varios meses esperando este momento, os puedo presentar el trabajo más alucinante que he realizado hasta ahora. Jamás pensé que estaría escribiendo esto: he fotografiado un parto
Va una entrada de las largas, os cuento desde el principio.

Un día, a Carmen, la súper mamá que conocía ya de un par de ocasiones, sin pensarlo mucho la verdad, a veces decir las cosas sin pensar sale bien (a veces), le pregunté si habían pensado fotografiar el nacimiento de su bebé y me ofrecí. Ahí quedó mi propuesta y pasaron los meses. Sería ya agosto cuando me escribió para pedirme presupuesto. Antes tenía que informarme yo, era la primera vez que hacía algo así (aunque la verdad es que muchas veces lo había imaginado, cómo sería si...). En España no es muy común que un profesional fotografíe un parto, principalmente porque en los hospitales no suelen permitirlo, además luego tienes que encontrar a alguien con quien te sientas cómodo y que sepa respetar lo delicado del momento. Afortunadamente Carmen iba a parir en su casa, con su familia, y al parecer confiaban en mí para sumarme al maravilloso equipo que habían formado para recibir a Noa.

Su fecha probable de parto era a mitad de septiembre, así que desde tres semanas antes tenía que estar disponible en cualquier momento, a cualquier hora. Para conocernos mejor organizamos una sesión de fotos familiar, que ya os enseñé aquí, y entonces una de mis dudas desapareció: que no se encontraran cómodos delante de la cámara. Precisamente sobre el miedo me preguntaron algunos. "¿Y no te da miedo?" Pues sinceramente sí, miedo a la falta de luz, miedo a no llegar a tiempo, miedo a no ubicarme, miedo a que las emociones me desbordaran... Luego entendía que su pregunta iba más hacia la posibilidad de que no fuera bien el parto, pero es que eso era algo que ni se me había pasado por la mente. Estaba tranquila y segura de que todo iría bien, confiaba plenamente en Carmen (también ayudaba que es una mamá experimentada, que ya sabía lo que era parir en casa) y en los profesionales que estarían acompañándola. 
A mí miedo me dan los hospitales, ¿dónde iba a nacer mejor que en su casa y con los suyos?

Tras tenerlo todo hablado y preparado solo faltaba esperar LA LLAMADA. Casi de 40 semanas Noa decidió cambiar de postura, y así no podía nacer en casa: quisieron programarle una cesárea. Sinceramente dudé un poco (no podía ser todo tan bonito...), pero Carmen tenía muy claro dónde iba a nacer su bebé y afortunadamente volvió a colocarse en su sitio unos días después: ya estábamos listos. Sin embargo todavía no era su momento. Nos tuvo esperando, a todos, dos semanas más. Dos semanas pendiente del móvil, noches de incertidumbre, nervios, organizando con quién dejar a mis niños y con la sombra de una inducción... 
Pasó septiembre y llegamos a octubre, mi mes favorito ¿cómo no lo había pensado antes?
Tantos momentos especiales que suceden en octubre... El martes 4, sobre las 7:30 de la mañana me pusieron en alerta: parece que ha llegado el día. Y a las 8:30 había dilatado 6 cm. 
¡Volando hacia su casa! ¡Estaba sucediendo! ¡Era real!




Me encontré un salón lleno de calma, a Carmen guapísima, tranquila y sonriente, Bethy abanicándola con su bebé y a Moisés cansado pero sereno. Llevaban toda la noche en vela. Carlos, el matrón, también estaba allí y los niños dormían arriba. Silencio, paz y la luz del amanecer. Me había imaginado todo en blanco y negro, sin embargo por las ventanas se abría paso el sol, la luz, que junto al color amarillo de las paredes salón, lo llenaba todo de vida. Esa calidez de un hogar que tanto contrasta con la frialdad de un paritorio. Por eso un tercio de las fotos al final son a color, con la luz de una mañana de otoño que recibe y celebra la vida.  




Recuerdo el olor de una infusión, el sonido del agua llenando la piscina, recuerdo también el calor. Afortunadamente manos para abanicarla no le faltaban (abanicos por todas partes que desenfocan el foco, que mueven la imagen, que tapan detalles, 
pero que alivian a una madre a la que le falta el aire). En seguida llegaron las doulas Luna y Sole, 
para sumarse a un equipo que pacientemente había esperado ese momento. 
Después bajaron los niños para completar el cuadro. En sus caritas, recién levantados, se mezclan muchos sentimientos. A sus 10, 6 y 3 años están viviendo una experiencia única e inolvidable. Y sé que Carmen se emociona, nos emocionamos todos: está cumpliendo un sueño. Su casa, su ritmo, sus niños, su marido, su parto. Quizás para muchas personas esto no es más que un trámite que debe pasar rápido en el que lo único que importa es el fin: que salga el bebé. 
Pero, para otras, este proceso forma parte de la magia del nacimiento, conectar con tu cuerpocon el milagro que estás viviendo y del que participas de forma consciente, tranquila y disfrutando, del que guardar un bonito recuerdo.




Y aunque éramos muchas personas, la calma y el silencio reinaba en muchas ocasiones, como si todos estuviéramos afectados por el poder de las hormonas que afloran durante el parto. El bebé de Bethy a veces gritaba o lloraba, Leo reía y contagiaba a todos, Carmen respiraba, a veces gruñía, otras no podía más... pero sí que podía.  El ruido del obturador de la cámara era inevitable y allí sonaba con fuerza, contenía el aliento, no quería molestar durante el dolor de una contracción, pero tampoco quería interrumpir la paz que quedaba cuando pasaba. 




Aguanta un poquito más, solamente un poquito más... Respira.

Y hasta aquí la entrada de hoy. 
Todavía tendréis que esperar unos días para conocer a Noa.
Gracias por leerme, gracias por dejarme compartir este momento.