viernes, 18 de marzo de 2016

Y fueron felices: Antonio e Irene

El pasado 5 de marzo Sonríe Buttercup! tenía una misión muy importante: fotografiar la boda de Antonio e Irene. Y ¿Qué tenía de especial? Pues que estoy segura de que estas fotos las verán dentro de muchos años, cuando sean viejecitos, juntos. Y sonreirán. Es que son de esas parejas que, sin saber explicarlo bien, transmiten que durarán toda la vida
Para nada parecidos, pero perfectamente compenetrados. 
No sé si me equivocaré en el "para siempre", 
pero sí que estoy segura de que están hechos el uno para el otro.




Antonio e Irene confiaron en Sonríe Buttercup! aun sin tener mucha experiencia en bodas, y espero que cuando reciban sus más de 200 fotografías sigan contentos con su decisión. Hace un mes tuvimos una reunión para conocernos un poco mejor. Les hice muchísimas preguntas, preguntas que contestaron muy amablemente. Recordamos cuándo se conocieron, hablamos de sus gustos, defectos, virtudes y, por supuesto, de la boda. 
Ya os conté en la anterior entrada que pintaba muy bien, y por fin llegó el día





A las 9:30 de la mañana llegamos al hotel Ribera de Triana y los novios ya estaban casi listos. En la habitación los restos del desayuno, a Antonio la peluquera le arreglaba el flequillo e Irene, guapísima, estaba deseando ponerse su vestido de novia. El cielo estaba prácticamente despejado y la luz entraba por la gran cristalera del balcón. ¿Las vistas? Puente del Cachorro, Guadalquivir, Giralda, Puente Triana. ¿Los detalles? Perfectamente cuidados. Un ramo de flores sencillo, pero lleno de vida, de color, de alegría. Zapatos únicos (no tan cómodos como parecían...), personalizados por la novia, a juego con el ramo, con el tocado, con los prendidos, con la corbata... 
¡Y es que la boda entera era luz, era sol!




Parecían estar tranquilos... por ahora. Todo sonrisas, amabilidad e ilusión. Irene y su vestido, o hacen falta más palabras. Menos mal que esto no es una novela, menos mal que precisamente son imágenes las que tenemos para compartir y para revivir, ya que es complicado describir esto: 































A las once menos cuarto salimos del hotel, hacia Plaza Nueva, en coche de caballo. Al llegar, su familia y sus amigos les esperaban. La mañana seguía soleada, con una ligera brisa. 
Y ellos radiantes subían, con paso firme, las escaleras hacia ese momento con el que tanto cariño soñaron y habían preparado.








Y al entrar en Ayuntamiento de Sevilla, en el salón Colón, sonaba "Photograph"...

We keep this love in a photograph

We made these memories for ourselves

Where our eyes are never closing 

Hearts are never broken

And times are forever frozen still








Y eso es lo que hicimos, al menos lo intentamos, 
guardar ese amor en una fotografía y congelarlo para siempre. 











En el Real Alcázar a penas había un hueco sin turistas, pero Antonio e Irene se abrían paso, haciendo girar sus cuellos y provocando cientos de sonrisas, de "felicidades", de "congratulations" e incluso algún gritito de emoción. ¿Eres una princesa? Se preguntaba una niña. 
Realmente lo parecía.








Después paseamos por la Plaza de España,  simplemente pasear... 
pero rápido, que el convite nos espera. 







 




























 Aquí acabó nuestro trabajo. Los dejamos dispuestos a almorzar y a pasárselo muy bien

Y fueron felices y comieron crema de salmorejo, carrillada de cerdo ibérico 
y tiramisú con helado de vainilla. Unos días después viajaron muy lejos a congelarse un poquito y a vivir una experiencia increíble en Laponia 

Antonio e Irene: gracias por vuestra confianza y amabilidad, a vuestros invitados también.
 ¡Os deseamos toda la felicidad del mundo!




*Y gracias a los encargados:

Gracias a mi compañero encargado de la logística, de buscar aparcamiento y de darme seguridad. 
Gracias a quienes, para que yo pueda hacer esto que me encanta, se encargan de mis soles.