Para la entrada de hoy tenemos que remontarnos al caluroso mes de julio. Sí, la boda que os enseño hoy se celebró hace más tiempo del que estoy acostumbrada, pero por varios motivos no he podido hacer el post: hasta hoy. Así que nos transportamos a los 40 grados de mínima que hace en Sevilla en verano para disfrutar del recuerdo de este enlace.
Rubén contactó conmigo una semana antes del evento. Sí, una semana solamente. Tenían ciertas dudas sobre la asistencia del amigo que les iba a hacer el reportaje así que, antes de quedarse sin instantáneas de su día, decidieron buscar una segunda opción, por si acaso. Pues tras varias llamadas y un encuentro en su casa acordamos que Sonríe Buttercup! también estaría presente. En unas horas intenté empaparme de todo ese amor que se transmite cuando hablas con unos novios que están a un paso del altar, cuando recuerdan esa primera vez en la que saltaron chispas solo con una mirada, cuando sonríen ante las dificultades ya superadas y cuando se emocionan hablando el uno del otro. Estaban nerviosos, sí.
La ceremonia se oficiaba en el Salón de Plenos de Mairena del Aljarafe y estuvieron súper arropados por sus 30 invitados. No hacía falta nadie más: una boda íntima, pero de verdad, todos ilusionados, todos felices por estar ahí (a pesar del calor). Les dedicaron unas palabras preciosas, escritas desde el corazón, con sus mejores deseos. Rubén era un mar de lágrimas, Adriana más contenida e igualmente feliz de estar, por fin, ahí.
No hacen falta grandes iglesias, ni jardines decorados con flores, ni cientos de invitados para que una boda sea inolvidable y realmente bonita. Dos personas que se aman desde lo más profundo, no necesitamos nada más. Y así, temblando, intercambiaron unas alianzas llenas de significado.
Después, claro que sí, fueron a celebrarlo. Ellos ya tienen sus fotos y un álbum para recordar su día. Pero esto no acaba aquí: este sábado volvemos a vernos para una sesión postboda en un lugar precioso ¡y estoy deseando!
Gracias por elegirme, por abrir vuestro corazón con tanta naturalidad y por darme la oportunidad de descubrir, una vez más, las mil formas de amar que tiene la vida.
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