El otro día os contaba como fue la boda de Iván y de Cristina que se celebró el pasado 9 de septiembre y os prometí que pronto enseñaría la segunda parte. ¡Pues aquí está!
Cuando contactaron conmigo me pidieron presupuesto para la ceremonia y un reportaje de los novios a continuación, pero yo les propuse que dejásemos el reportaje para otro día. Desde muchos puntos de vista creo que es lo mejor 😜 Aunque, por supuesto, los novios tienen la última palabra.
Pros para dejar el reportaje de novios para otro día:
-Los protagonistas están mucho más relajados.
-En este caso la ceremonia y la celebración eran en el mismo sitio y hacer las fotos allí, con todos los invitados mirando, es una mala idea. ¡¿Quién no se sentiría cohibido en esa situación?! Si ya de por sí cuesta ponerse delante de una cámara, imagina que estén tus amigos, tus tíos, tus primos mirando... De hecho tras la ceremonia me encontré a una pareja muy reservada, tuve miedo de que siguieran así en la sesión post boda pero dos días después me demostraron que fue simplemente aquella situación: solos y relajados estuvieron mucho más activos, animados y participativos.
-¡La luz! Ya sabéis lo importante que es la luz para la fotografía... Si dejamos el reportaje para otro día, la luz se adapta a nosotros y no al revés. Algunas veces tenemos que superar este obstáculo sin remedio, pero otras veces existe otra posibilidad. ¿Por qué no aprovecharla? La ceremonia empezaba a las 8 y aunque el anochecer es un momento precioso, tan solo son unos minutos los aprovechables... Trabajas a contrarreloj, enseguida se hace de noche, con prisa y la oscuridad es muy jugosa para fotos puntuales, pero para un reportaje así es probable que se convierta en tu enemiga. Posturas más estáticas, el flash, mayor edición después, el traje oscuro que llevan normalmente los novios se pierde en la oscuridad, el blanco del traje de la novia brilla...
-Si queréis hacer las fotos en una localización apartada a la ceremonia o al banquete cuentas con muy poquito tiempo... De nuevo las prisas, la mala hora o tener que desechar un lugar increíble porque es matemáticamente imposible que dé tiempo a llegar allí.
-No haces esperar a tus invitados, ni tú te pierdes la fiesta. En muchos sitios no te ponen ni un canapé hasta que los novios llegan de hacerse su reportaje de novios... ¡Y dejas a los invitados hambrientos! Si empiezan sin ti corres el riesgo de no probar ni uno y perderte todos esos abrazos y felicitaciones que están deseando darte. Iván y Cristina se alegraron mucho de haber dejado el reportaje para otro día porque aunque la ceremonia y la celebración era en el mismo sitio estaban sedientos (de cerveza y de amigos!!!).
-Puedes cambiar el look si quieres. Parece que en esto de las bodas el lugar de la ceremonia puede determinar la ropa de los novios. Aunque yo estoy a favor de que cada una, cada uno, se ponga lo que quiera donde quiera, la verdad es que si te casas en una enorme iglesia, con su enorme escalera parece que luce más que lleves una larga cola con su largo velo. Pero quizás prefieras hacer el reportaje sin velo... O que optes por un peinado más "estable y duradero" para que te aguante toooodo el día de la boda impecable, pero también te hubiese gustado algo más suelto e informal. Pues si optas por hacer el reportaje en otra ocasión ya no tienes excusa para llevarlo.
Seguro que me dejo algo más positivo... Pero vamos a señalar lo negativo, no vamos a engañarnos, también hay, pero yo creo que compensa.
Contras:
-Quizás para algunas parejas sea un engorro tener que volver a vestirse de novios (unos trajes no muy limpios en ocasiones), peinarse, maquillarse... Muchos novios incluso alquilan el traje, pero siempre puedes usar otra ropa acorde a la ocasión.
-La emoción del día de la boda no está tan reciente, depende también de para cuándo dejen la sesión, sí puede que se pierda esa magia, pero se ganan muchas otras cosas como hemos comentado antes.
-Normalmente un reportaje post-boda lleva un sobrecoste en el presupuesto. En este caso, como yo era la primera interesada en dejarlo para otro día y la sesión se realizó en el mismo lugar de la boda (muy cerca de mi casa) el presupuesto era el mismo en los dos casos.
Y no se me ocurre ningún contra más. Yo también dejé mi reportaje de novios para otro día cuando me casé, y me encantó hacerlo así, así que obviamente estoy súper de acuerdo con esto. 😉😉😉
Volvemos entonces a la boda de Iván y Cristina. Les dejé el día 9 disfrutando de su boda, sin la presión de las fotos, y volvimos a vernos dos días después. La Alquería de Santa Eufemia además se merecía un reportaje en condiciones, con luz suficiente para explorar y explotar tantísimos rincones interesantes que encuentras en sus jardines.
Cuando nos reunimos antes de la boda me dejaron claro que no querían posar, que preferían fotos naturales. Y así fue durante toda la ceremonia, sabiendo que la carne de burro no es transparente intenté pasar totalmente desapercibida. Fotos espontáneas de esos momentos que sucedieron tal y como visteis en el blog pasado. Pero para un reportaje en pareja esto es más complicado. Aunque no quieras posar es necesario colocarse en un lugar, durante un momento y recibir algunas indicaciones. Si no las fotos serían de dos personas estáticas de pie una junto a la otra y punto ¿no? Eso sí, de dar algunas indicaciones y dejar a los novios hacer el resto a pedir un gesto melancólico, unos labios correctos, unas manos bien colocadas y unos pies en armonía, y además aguantar esa misma posición durante un par de minutos hay una gran diferencia. Ahora veréis sus fotos y os puedo asegurar que las risas eran sinceras y que, aunque les pedí en alguna ocasión un beso, yo me quedo siempre con el último: porque tras el primero, el segundo y el tercero que se dan "por obligación" siempre siempre llega el VERDADERO 😍
Yo disfruté muchísimo, espero que ellos también y por supuesto que se queden con un gran recuerdo. Quiero agradecerles desde aquí una vez más a Iván y a Cristina que depositaran su confianza en Sonríe Buttercup! y su simpatía, sus nervios y su sencillez que hacen de este trabajo una experiencia única. Y desearles toda la felicidad del mundo.